lunes, 25 de abril de 2011

FAMILIA, HERENCIA Y GENES (I): ¿QUÉ TENEMOS DE JUAN PATERNÁIN?

¿QUÉ TENEMOS DE JUAN PATERNÁIN?


Los “Pater” de Mendaza de nuestra generación somos muchos (31), y diferentes, pero no cabe duda que podemos descubrir rasgos que nos unen y que confirman nuestro origen común. Y no sólo en pequeños detalles de la anatomía, como esa frente, esas entradas, esas narices, los picos de las orejas, sino también en el comportamiento, en la manera de ser. Cuántas veces hemos escuchado que a los “Pater” se nos va la olla, que si somos primarios, que si somos buenos conductores, que si gozamos de una “especial” agudeza auditiva…

Todo ello no es más que reflejo de algo obvio y de lo que todos sabemos: estamos emparentados, para lo bueno y lo malo, biológicamente relacionados, vamos, que pertenecemos a una misma familia y, por lo tanto, compartimos historias, vivencias, experiencias, pero sobre todo cromosomas y genes. Y todo eso a pesar de que no nos hablemos, de que no nos hayamos visto en años.

Como sabéis, la base de la herencia humana reside en los cromosomas presentes en los núcleos de nuestras células, 46 en total. Estos cromosomas son heredados, 23 de mamá y otros tantos de papá, y consisten en unas hebras gigantescas de ADN compuestas químicamente por 4 tipos de moléculas y en las que el orden de estas unidades determina la información química y biológica de nuestros genes. De estos 46 cromosomas hay 2 diferentes que determinan el sexo, los cromosomas sexuales. Si recibimos un cromosoma Y de nuestro padre nos desarrollamos como varones, pero si recibimos un cromosoma X seremos mujeres.

A la luz de los mapas familiares que nos elaboró José Miguel y del conocimiento de la genética podemos estimar cómo somos de parecidos y distintos unos “Pater” de otros, así como especular qué tenemos del abuelo Juan y qué tenemos de la abuela Florencia. Vayamos por partes.

 ¿En qué nos parecemos al abuelo Juan?

Todos los varones “Pater-Mendaza” de nuestra generación compartimos el cromosoma Y, el que determina el sexo masculino, heredado del abuelo Juan a través de sus hijos y luego padres nuestros. Bueno, casi todos, ya que Angel, Javier y Jesús Mª Martínez, así como José Miguel Plaza no lo heredaron porque sus padres no eran hijos del abuelo Juan. El resto de varones “Pater” (16) lo compartimos. En el supuesto de que nos hicieran un análisis de marcadores de este cromosoma saldrían todos iguales y nos identificarían claramente como descendientes por línea paterna de un mismo ancestro, el abuelo Juan.

 
La explicación de estas coincidencias es que el ADN del cromosoma Y, al ser único, no sufre las modificaciones debidas a lo que técnicamente se denomina recombinación de los cromosomas homólogos. ¿Qué significa eso? Pues que se transmite entre generaciones como el apellido en la línea masculina, sin cambios, con las pocas variaciones originadas por mutación. De los 59.373.566 pares de bases o unidades que forman el DNA del cromosoma Y escasamente encontraremos diferencias en apenas 50 ó 100 posiciones, es decir, que son prácticamente iguales.

Esta transmisión tan conservadora del cromosoma Y entre los varones de las diferentes generaciones es lo que hace que se le llame el cromosoma de Adán. De esta manera, este cromosoma Y que recibimos a través de nuestro padre del abuelo Juan es el mismo que tenía Frances Paternayn de Paternayn, nuestro primer ancestro registrado (14 generaciones antes de la nuestra) en el año 1597, hace 413 años.

En este sentido, lo mismo podemos decir de los Pater varones de Aoiz cuyo nudo con la rama troncal se situa en 7 generaciones comprendidas entre las que van de Juan Miguel de Paternáin Elía hasta las del último de la saga, Iñaki Paternáin Machín. Todos, Pater varones de Aoiz y Mendaza, compartimos el mismo cromosoma Y, aunque me parece, como explicaremos más adelante, que no nos da especiales condiciones.

Siempre que los portadores de este cromosoma Y tengan hijos varones seguirán transmitiéndolo a la próxima generación. Si no es así, esta herencia de Juan se perderá para siempre. En nuestra familia eso no ha ocurrido, de momento.



¿Qué hemos heredado a través del cromosoma Y del abuelo Juan?

No creáis que mucho porque el cromosoma Y contiene muy pocos genes (88) que sirven para poca cosa más que la determinación y establecimiento del sexo masculino en el desarrollo y la formación de esperma en la época adulta, pero es nuestro estandarte familiar masculino.



1 comentario:

  1. Muy interesante y documentada esta comunicación,sobre todo para los que desconocemos los entresijos de esta ciencia tan importante.
    Estaremos atentos a una próxima entrada de información de nuestro experto el profesor José Luis.

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