sábado, 25 de mayo de 2013

LA BATALLA DE MENDAZA (IV): LA ESTRATEGIA DE ZUMALACÁRREGUI.

ESPERANDO A LOS CRISTINOS
 
Al amanecer iban en marcha los cuatro batallones hacia Mendaza. En las filas del suyo se encontró Fago a Chomín, que había pasado del 1.º Guipuzcoano al 5.º de Navarra. En el capitán de su compañía, D. Antonio Alzaa, natural de Sangüesa, reconoció una amistad antigua: era un valiente oficial, hijo de sus obras y de sus méritos, pues de soldado raso había ido ganando poquito a poco sus ascensos, y con moderada ambición y conducta intachable esperaba seguir adelante. A uno de los tenientes, Saráchaga, le conocía también, por ser íntimo de Ibarburu. El coronel era un aristócrata navarro, pariente de los Ezpeletas, hombre enérgico, de buenas formas, excelente militar y cumplido caballero. Ostentaba en su zamarra la cruz de Santiago.

A las nueve ya habían tomado posiciones las fuerzas de Iturralde en la falda del monte de Mendaza, y al propio tiempo otros cuatro batallones, mandados por Zumalacárregui, en persona, se dirigieron a Asarta. La caballería y los tres batallones alaveses al mando de Villarreal ocupaban el llano entre los dos pueblos. Al observar estos movimientos veía Fago confirmadas sus ideas de la tarde anterior. El plan de D. Tomás era el suyo; y el suyo era el mejor, el único, el que resultaba de la disposición y accidentes del terreno. Podría creerse que sus ideas penetraban en el cerebro del General al modo de inspiración divina, y allí obraban sobre la voluntad que a la práctica resueltamente las llevaba. Y a todas éstas, los cristinos no parecían: se les esperaba por el desfiladero de San Gregorio. Faltaba que vinieran pronto, y que cayeran en la ratonera que se les había preparado.

La columna o división de Iturralde extendiose a la falda de la montaña de Mendaza, circundándola por el poniente y el norte, y Fago se encontró en un sitio desde donde no veía nada. «Naturalmente -pensó-, estos cuatro batallones deben permanecer ocultos a la vista del enemigo. De otro modo, el plan resultaría un desatino, a menos que Córdoba y Oraa no vinieran con los ojos vendados». Y tanto tardaban en presentarse las tropas de la Reina, que los facciosos llegaron a creer que no vendrían. Por fin, a eso de las diez corrió en el batallón la voz: «Ya vienen, ya están ahí». Un rumor vago, de inquietud y alegría, corrió por todo el ejército. Desde su posición, detrás de la montaña, conocía Fago la ansiedad de las tropas situadas en la llanura. Veía un movimiento singular de lanzas, como vibración del aire, y oía un resollar lejano. De las tropas de Asarta nada se veía, porque lo estorbaba una protuberancia del terreno. Tiros no sonaban aún.
(continuará)

B.P.Galdós
Zumalacárregui
Episodios Nacionales. Vol. 21.



  • Las posiciones eran claras. Los carlistas venían del norte entrando en la Berrueza por Acedo y desplegándose por el valle entre Mendaza, Asarta y Nazar con un total de unos 6000 hombres. Los cristinos estaban desplegados en el sur con 2 divisiones bajo el mando del general Oráa en Los Arcos y otras dos divisiones a cargo del general Córdova en Viana que hacían un total de unos 14000 hombres. Había de partida una diferencia importante de número y de armamento.

- Estrategia carlista para hacer una bolsa sobre las fuerzas cristinas -
  • La estrategia de Zumalacárregui sólo la conocía él y sus mandos más cercanos, pero el protagonista de la novela, Fago, se jacta de adivinarla desde que vio las evoluciones del general en el valle el día anterior. Era simple, consistía en atraer a las fuerzas cristinas hacia en centro del valle y envolverlas por los flancos mediante movimientos sorpresa, en especial por el lado del monte de Mendaza del que se ocupaba Iturralde y sus cuatro batallones ocultos hasta entonces en el monte.

- Monte boscoso en Mendaza donde se esconden los 4 batallones de Iturralde -
  • Tal como se deduce de la novela, la soldadesca carlista debía acampar junto al Ega, en Ancín y en Acedo. Dice Galdós que salen de madrugada con la luz del día a tomar posiciones en la Berrueza. Era el 12 de diciembre y en esas fechas el sol acostumbra a salir sobre las 7 y media. A las 9 ya estaban los soldados en sus posiciones a la espera del enemigo. El ejército carlista fue el primero en tomar posiciones al ser el más cercano al campo de batalla.Tuvieron tiempo más que suficiente para el despliegue. Se puede imaginar la angustia de la espera por entrar en batalla.
- Vista desde Acedo del monte de Mendaza y el desnivel que no deja ver la vertiente sur de la Berrueza -
  • El que conozca la zona sabe que la Berrueza muestra un pequeño llano o meseta con dos cambios de rasante en el trayecto de la Berrueza entre Acedo y el Congosto de Mués. Uno está en la pequeña cuesta en la carretera que conduce a La Venta, al llegar a la altura de Mendaza, y el otro se encuentra en la conocida cuesta del Molino poco después del desvío hacia el pueblo de Mendaza. Parte del ejército carlista podía jugar la estrategia de la sorpresa escondiéndose en el monte de Mendaza y en el monte Arriba, fuera del campo visual del enemigo que venía del sur. El ejército cristino sólo podía adivinar parte de su presencia una vez remontada la anterior referida cuesta del Molino, lo que reducía su capacidad de reacción.

 
  • El ejército carlista se distinguía por un característico tocado en la cabeza consistente en una gran txapela o boina. El color principal era el rojo (txapela gorri), típica chapela navarra, pero podía tener diferentes colores indicando la procedencia de los distintos escuadrones y batallones; azul para los guipuzcoanos y madrileños, roja para los navarros y aragoneses, blanca para los tortosinos y oficiales en general y verde para la guardia del general Cabrera y los voluntarios portugueses. Estas boinas o chapelas eran de amplio diámetro e iban forradas con guata y tenían encima, en su centro un chapa circular para evitar los sablazos aparte que de ellas les colgaba una gran borla de pasamanería de diferentes colores.

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