Ocurría, y seguirá ocurriendo, por mayo y junio con relativa frecuencia, en las peñas de Asarta. El cielo se ponía de nublado, obscuro, casi negro. Mi madre nos tenía mandado volver cuanto antes: - Al primer trueno a casa, a rezar con ella los conjuros a Santa Bárbara.
¡Era mandato perentorio! Sin embargo, el juego por las calles era más interesante. Pero pronto aprendimos que más peligroso que el trueno y los relámpagos, podía ser la alpargata de mi señora madre.
¡Era mandato perentorio! Sin embargo, el juego por las calles era más interesante. Pero pronto aprendimos que más peligroso que el trueno y los relámpagos, podía ser la alpargata de mi señora madre.
- el "nublao" se cierne sobre el monte de Asarta - |
Más de una vez me paré, muerto de miedo, llorando a gritos, hasta que tenía que bajar mi madre a recogerme. No había forma de subir un escalón. Además había manchado a fondo el escalón y los pantalones.
Manuel Piérola
Un pelón en Taiwan
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