Y Hugo, D. Hugo Vásquez Baquerizo, el Dr. Hugo, me diría que no puede, que ya está jubilado, que ya no firma recetas, y menos de gelocatil en los tiempos de recortes que vivimos. Pero también me preguntaría que qué es lo que me pasa y miraría en el coche si llevaba alguna caja, o algo similar. Con Hugo nunca tendría la sensación de estar abandonado a mis dolores.
Como veréis, la crónica publicada en el Diario de Navarra nos resume brevemente la jornada homenaje de "jubilación" y de alegría en la que los representantes de los pueblos de La Berrueza y del Valle Lana le agradecieron la vigilancia de la salud física que durante tantos años ha tenido de sus habitantes. Su biografía refleja el devenir de los tiempos en que este país ha ido abriendo las puertas a personas de otros entornos y de otras culturas.
Como diría Serrat, "tiempo, hace tiempo" que en los pueblos existían tres personajes que estaban por encima del resto de humanos. El médico, el cura y el secretario. El primero arreglaba las cosas del cuerpo, el segundo las del alma y el tercero las del día-día. El médico era DON, con mayúsculas, y se le agradecía sus atenciones profesionales con la iguala correspondiente y con las propinas de corral y de huerto que hicieran falta. Era un poco como los atlantes, híbridos de dioses y humanos, intocables.
Hugo, D. Hugo, llegó a Mendaza en 1974. El país estaba a punto de comenzar la rápida transición que llevaría a cambiar muchas cosas, también en el orden doméstico y de relaciones humanas. Hugo le quitó el DON al médico y lo dejó en dr.Hugo, o simplemente Hugo. La relación médico paciente mejoró notablemente así como la sanidad del país. Resultado: la gente vive más y mejor. Y en todo eso no cabe duda que el Dr. Hugo ha tenido algo de culpa.
¡Gracias Dr. Vásquez!
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