viernes, 3 de junio de 2011

MEMORIAS DE UN PELÓN DE TAIWAN (XIII): LAS VINAJERAS DE LA SACRISTÍA

LAS VINAJERAS DE LA SACRISTÍA

Los monaguillos éramos muchos. Se decía, no era verdad, que los peores del pueblo. En parejas, de los mayores a los más chicos, nos repartíamos los turnos para ayudar a misa. Y no era cosa fácil. Había que aprender de memoria y decir de corrido todo aquello desde introibo ad altare Dei, hasta las últimas Deo gratias; arrodillarse a tiempo, tocar en el momento justo las campanillas, servir el vino y hasta aquella gotica de agua que nos traía de cabeza. Servirla, sí, pero poquito a poquito. A veces se nos iba de miedo la mano y caía media vinajera. Y pasar el misal dos veces, nada menos, de un lado al otro del altar. ¡Lo que eran las normillas de la Liturgia, Señor! Y lo pesado que era el atril con el misal ¡encima! Y pasar exámenes, yo no los pasé nunca, como las reválidas de los barrenderos municipales de Tudela.

- SACRISTÍA EN LA PARROQUIA DE SAN FELIX, MENDAZA-

¿Ventajas? Sí las teníamos. El Sr. Cura nos daba un real, 25 céntimos. Pero eran de las pesetas de entonces. El que ayudaba a misa tenía el derecho a beberse lo que quedaba del vino dulce, rancio, que se usaba, bien poco por cierto. El de turno no iba aquel día a la escuela, a clase vamos, los días de bautismos, bodas o entierros; comíamos casi todos los recortes. ¿Los recordáis? íbamos con el Cura a Santa Colomba, Santa Engracia o al Calvario y alguna vez hasta reñíamos en la sacristía. Era además un oficio para sólo los chicos. Nos sentíamos grandes frente a las chicas.  Dábamos los toques de campana, por lo menos los del campanillo del tercer toque, aprendíamos los toques del tintiluno, del ángelus, a rebato, de los conjuros ante tormentas desatadas y el tintan del toque de difuntos.

Después de todo, felices tiempos aquellos que los viejos de cada época recordamos con cariño y consideramos como los más felices de nuestra vida.

Manuel Piérola
Un pelón en Taiwan


1 comentario:

  1. Josetxo Paternain6 de junio de 2011, 16:17

    Siguen interesantes estas magníficas memorias. Nos recuerdan nuestra juventud que se desarrollaba de manera similar en Aoiz. Fuimos monaguillos y las costumbres y actuaciones eran parecidas a las de Mendaza.
    Las monedas de niquel con "agujero" contemplan otros tiempos de economías mucho más limitadas a las actuales

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