miércoles, 14 de diciembre de 2011

LAS FÁBULAS DE TOMÁS DE IRIARTE (I): EL BURRO Y LA FLAUTA

Hace días que no tenemos la fábula de turno. Le dimos vacaciones a Samaniego y ante la "insistente demanda" por parte de la audiencia del trocito semanal de audioliteratura nos hemos puesto en contacto con D.Tomás de Iriarte pidiéndole su ayuda.
D. Tomás está encantado de que divulguemos sus fábulas y nos ha señalado a La Biblioteca Virtual Cervantes como fuente de su obra literaria donde podamos escuchar versiones recitadas por Edith Checa.

En próximas entregas iremos recordando algunas fábulas de D.Tomás de Iriarte, contemporáneo de Samaniego, conocidos y rivales, compañeros por sus aficiones comunes por las fábulas y por su cultura afrancesada.
Una de las gracias del género de la fábula es su atemporalidad, y la que traemos en esta entrada la podemos proyectar en los sucesos acaecidos en el reciente "clásico" que enfrentó al R. Madrid con el FC Barcelona.
¿Qué ocurrió en el partido?, ¿cómo se puede explicar el resultado final?, ¿fue acaso producto de la casualidad de la que nos habla Iriarte en su fábula?, ¿fue el azar el que declinó hacia un lado la balanza “equilibrada”?, ¿fue la suerte la que determinó el resultado según invocan algunos y en la que insisten otros?

Que cada uno explique la película como quiera, pero parece incuestionable que, de nuevo, en el resultado final hay más arte y razón que caos y azar. Menos mal, porque eso parece concordar mejor con el común sentido de la justicia.



EL BURRO FLAUTISTA

Esta fabulilla, salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora por casualidad.
   Cerca de unos prados que hay en mi lugar,
pasaba un borrico por casualidad.
   Una flauta en ellos halló, que un zagal
se dejó olvidada por casualidad.
   Acercóse a olerla el dicho animal,
y dio un resoplido por casualidad.
   En la flauta el aire se hubo de colar,
y sonó la flauta por casualidad.
   «¡Oh!», dijo el borrico, «¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala la música asnal!».
  
Sin reglas del arte, borriquitos hay
que una vez aciertan por casualidad.

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