viernes, 14 de octubre de 2011

LAS FÁBULAS DE SAMANIEGO (VIII): EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO.


Moraleja: Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.



EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO



Que me matan; favor: así clamaba una liebre infeliz, que se miraba en las garras de un Aguila sangrienta. A las voces, según Esopo cuenta, acudió un compasivo Escarabajo, y viendo a la cuitada en tal trabajo, por libertarla de tan cruda muerte, lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida! ¿Por qué quitas la vida a este pobre animal, manso y cobarde? ¿No sería mejor hacer alarde de devorar a dañadoras fieras, o ya que resistencia hallar no quieras, cebar tus uñas y tu corvo pico en el frío cadaver de un borrico?»

 Cuando el Escarabajo así decía, la Aguila con desprecio se reía, y sin usar de mas atenta frase, mata, trincha, devora, pilla y vase. El pequeño animal así burlado quiere verse vengado. En la ocasión primera vuela al nido del Aguila altanera, halla solos los huevos y arrastrando, uno por uno fuelos despeñando; mas como nada alcanza a dejar satisfecha una venganza, cuantos huevos ponía en adelante se los hizo tortilla en el instante.

La reina de las aves sin consuelo, remontaba su vuelo, a júpiter excelso humilde llega, expone su dolor, pídele, ruega remedie tanto mal.  El dios propicio, por un incomparable beneficio, en su regazo hizo que pusiese el Aguila sus huevos, y se fuese; que a la vuelta, colmada de consuelos, encontraría hermosos sus polluelos.

Supo el Escarabajo el caso todo: astuto e ingenioso hace de modo que una bola fabrica diestramente de la materia en que continuamente trabajando se halla, cuyo nombre se sabe, aunque se calla, y que, según yo pienso, para los dioses no es muy buen incienso. Carga con ella, vuela, y atrevido pone su bola en el sagrado nido. Júpiter, que se vio con tal basura, al punto sacudió su vestidura, haciendo, al arrojar la albondiguilla, con la bola y los huevos su tortilla.

Del trágico suceso noticiosa, arrepentida el Aguila y llorosa aprendió esa lección a mucho precio: A nadie se le trate con desprecio, como al Escarabajo, porque al más miserable, vil y bajo, para tomar venganza, si se irrita, ¿le faltará siquiera una bolita?

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