miércoles, 12 de octubre de 2011

HISTORIAS DE MENDAZA: LOS GITANOS NÓMADAS EN LA BERRUEZA

Retomo temporalmente la sección de memorias de Mendaza a la espera de que Manolo nos siga regalando con sus "memorias de un pelón en Taiwan", parece que próximamente en Madrid.


Las noticias que se repiten cada verano de inmigrantes que intentan alcanzar la costa española en las pateras, me han traído el recuerdo de otra inmigración distinta que ocurría en los pueblos de nuestra Berrueza, la de los gitanos viajando en sus carros tirados por burros de blanco pelaje. He recogido recuerdos y nombres de aquella gente que periódicamente visitaba nuestros pueblos ofreciendo servicios y arañando caridades y todo aquello que se dejase rascar. Los gitanos nómadas, un modo de vida que contrastaba con el nuestro y que ha desaparecido.


Nuestros gitanos visitaban los pueblos de la Berrueza, Torralba, San Vicente, Santa Cruz, valle Lana, Acedo y así dando vueltas a los montes de Asarta, Ioar y Codés. Podían estar 3 ó 4 meses sin aparecer.  Es posible que los que visitaban Mendaza, no lo hicieran en Nazar o en el fondo del valle. Todo dependía de los buenos recuerdos dejados la última vez. Sería bueno conocer la ruta seguida.

La saga familiar más recordada se remonta a la generación de la Blasa y el Zocas. Este último ofrecía sus servicios de restañador. Cuentan que probaba los calderos reparados con una “prueba del algodón” muy personal, se meaba en ellos como control de calidad de sus soldaduras.

Una hija de la Blasa, la Petra, heredó el circuito migratorio de sus padres. Casada con un payo de Zúñiga era madre de una familia larga e interminable. Siempre se le veía en estado de buena esperanza y a los comentarios provocadores de las mujeres del pueblo solía responder de manera evasiva: -“Pues tengo 12 hijos, dos más y uno que voy a comprar”, y –“Pos yo no hecho na, debe ser de la última vez que algo se quedó”.



Recuerdo que en Mendaza solían recalar un par de días en distintos lugares, como en el calvario, en la cantera, en los álamos del camino de subida al pueblo y en el lavadero (el sitio favorito pues tenían agua corriente y huertos cercanos). Aún me dura el “congojo” de pasar por el camino delante de ellos. Durante el día iban por las casas ofreciendo sus mercancías de artesanía, cestos, cunachos, etc..., y pidiendo limosna, oportunidad ésta para que la gente pusiera a prueba sus virtudes cristianas.


Quizás uno de los recuerdos más vivos del descubrimiento de los gitanos es el de aquel olor especial que los marcaba. Y no es que, por aquel entonces, la higiene de los payos fuese un modelo. En el mejor de los casos se pasaba con la ducha semanal antes de ir a misa los domingos. Sin embargo, nuestros gitanos destilaban un aura de aroma que los identificaba a distancia. Ante los requerimientos de las mujeres del pueblo por la cuestión de la limpieza personal la Petra intentaba conciliar con ellas y les reconocía: -“Que ya les digo, peinadibus, lavadisus la cara, que como subáis asins de güarras a casa de la Puri sus va a despachar”.


Otra familia gitana de visitantes con sus carromatos fue la del “Moreno y la Morena”, de los que se guardan buenos recuerdos en Mendaza debido a la defensa que hicieron de un natural del pueblo (“el Chino”) delante de otros gitanos con no muy buenas intenciones.  La Morena contaba la historia de aquel cura al que le intentaba confesar los pecados de los dos, los de ella y los de su marido, a lo que el cura no accedía de ninguna manera y se negaba a darle la absolución: -“Pero no ves que eso no puede ser mujer, cada uno los suyos”, mientras que ella insistía: -“Quién mejor que yo puede conocerlos”.

Entre los hijos de la Petra hay que recordar a la Carmen que acabó con aquella vida nómada instalándose de manera estable en Legaria, donde sus hijos parecen haberse integrado en la vida del pueblo sin más problemas. Seguro que sus bisnietos, los hijos de los tataranietos de la gran Blasa, pasan horas delante de la tele viendo el TRIKITRAKA TRIKITRON de los payasos de la ETB. Así se escribe la historia.

1 comentario:

  1. Esta crónica sobre tan especiales personajes es magnífica. No dudo que para los actuales habitantes de La Berrueza, esta excelente comunicación, será acogida con unos recuerdos agradables de tiempos difíciles para todos, y en especial para estos nómadas.
    La descripción del profesor José Luis completa y especilmente entrañable.

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