sábado, 12 de noviembre de 2011

MEMORIAS DE UN PENITENTE DE MENDAZA

En la Semana Santa de 2006 tuve la oportunidad de visitar mi pueblo natal, Mendaza, y disfrutar de los míos, de sus gentes y de ese precioso verde con matices que inunda la Berrueza.

- El alto de Santa Colomba desde el camino del molino -
Como en otros pueblos del valle, los oficios religiosos han perdido el carácter popular de antaño. Las razones son varias, pero por abreviar citaremos dos evidentes: -una, la laicidad progresiva de la sociedad, y –otra, la falta del cura del pueblo, verdadero dinamizador y tutor de la vida religiosa colectiva.

En Mendaza era y es costumbre celebrar el Viernes Santo la procesión de dolor de la Vera Cruz, con el rezo de las cruces. Esta procesión transcurre desde la iglesia hasta la ermita del Calvario, en el camino de Acedo.

- Saliendo de la iglesia en procesión detrás de la Dolorosa -

De la procesión se encargan los hombres del pueblo organizados de modo voluntario en la hermandad de la Santa Vera Cruz. Esta hermandad data de 1879 y en la actualidad consta de 43 miembros nominales, aunque la participación activa en la procesión es prácticamente nula.
- La Dolorosa a hombros de los cofrades -

De la presencia de las mujeres nada se dice en el reglamento de la hermandad. Se da por sentado que la cofradía es, como el coñac, cosa de hombres. La realidad siempre es diferente que la que aparece en los papeles y las mujeres eran, son y serán el alma de la participación popular, aunque no tengan el papel protagonista que merecen en la liturgia.

En el pasado, la participación de la gente era tan masiva que en el pueblo no quedaba prácticamente nadie, salvo el médico y el secretario que, como figuras públicas, garantizaban el cuidado, orden y la solución de cualquier imprevisto que se produjese.

Cuenta la memoria viva del lugar que los miembros de la hermandad se vestían con recias túnicas de lino blanco, ajustadas al cuerpo con gruesos cintos negros. Los penitentes se tocaban con una caperuza del mismo material que les ocultaba la cara. Estos penitentes recibían curiosos nombres que dejo su etimología a la sapiencia de los entendidos en la materia: -mozorros, -zamarreros, -morrocos.

- La Vera Cruz de Mendaza -

La procesión era precedida por un penitente que portaba al hombro una reproducción en madera (hueca, para su fortuna) de la Vera Cruz, ayudado mediante largas sogas por otros dos penitentes. La Dolorosa con manto negro y coronada de plata era llevada en una peana por otros cuatro penitentes. El resto llevaba cruces y cirios encendidos. En algunas ocasiones, y con motivo de votos personales, algún penitente mostraba públicamente su promesa llevando una pesada cruz de madera.

El autocastigo y el dolor aflegido se hacían visibles en algunos penitentes que realizaban  el trayecto descalzos. Ahora se trata de un cómodo camino, amplio, allanado por las máquinas y que sirve de tránsito a los turistas del camping de Acedo en su visita al Tres-Patas. Antes, el camino era muy irregular, esculpido por los aguaceros y lleno de puntiagudos guijarros de ese mármol rojizo tan duro que aparece en la cantera de Mendaza. Nos podemos imaginar cómo quedaban los pies.

El cortejo se paraba delante de las cruces y se rezaban las oraciones de las estaciones con cánticos eclesiales entre una y otra.

 
- Llegada de la Dolorosa al Calvario -
Otro momento muy celebrado por los medazarras, o mendazucos, era la entrada de los cofrades en la iglesia de vuelta del calvario. Lo hacían a pie desnudo y marcando fuertemente el paso en medio del silencio de los feligreses.

Entre tanta religiosidad y tradición, los mozos del pueblo no perdían la ocasión de encontrar situaciones divertidas en la procesión que desdramatizaban el evento. Una de ellas consistía en adivinar la identidad de los mozorros por la figura y los andares de los penitentes: - ¡Rediosla!, ese es el “pintor” y el que lleva la cruz el “gobernador”, en la forma de mover el culo no falla.

Algunas bromas eran un poco más crueles, como el tirar piedrillas al mozorro que llevaba la cruz y cuando volvía su máscara de forma amenazante hacia el autor de los lanzamientos, éste negaba cínicamente con un: -¡Ha sido el de más atrás!

Lo que empezó como proyecto organizativo en 1879 bien estaría que tuviese continuidad en el siglo XXI, aunque no tenga las chanzas de los lanza chinas de turno, ni la presencia de los mozorros mendazarras.

Ese año me di cuenta del valor de las tradiciones, no como señales identitarias, diferenciadoras y localistas, sino como un signo de continuidad intergeneracional de un pueblo, de la herencia de memes colectivos, una señal de que Mendaza continúa a pesar del tiempo y de los tiempos.  


1 comentario:

  1. Hermosa crónica de la Semana Santa en Mendaza. El fervor y el mantenimiento de unas ancestrales practicas religiosas eran comunes en las merindades del norte y del sur de Navarra y también como podemos comprobar en la Berrueza perteneciente a la merindad de Estella.
    José Luis con su proverbial maestría nos comenta cada uno de los actos principales de estas celebraciones, con unas pinceladas de fino humor. Como vemos,la identificación de los mozorros era motivo de divertimento para la juventud mendazarra.
    Situaciones semejantes se daban también en nuestro Aoiz, el camuflage que nos proporcionaban las túnicas nos permitía obsequiar con caramelos a las mozas que eran motivo de nuestro interés.

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