En estos momentos en que el desasosiego social, político y económico toma nuevos aires, yo diría que exageradamente huracanados, seguimos con nuestro gimnasio semanal de adiestramiento contra el vértigo.
Volvemos a los Pirineos, concretamente al valle de Ordesa. Vamos a ascender por el circo de Cotatuero y llegar a la primera cornisa para lo cual tendremos que superar las famosas clavijas de Cotatuero, una ayuda en forma de clavijas empotradas en la pared vertical sobre el abismo que permiten apoyarse y superar los difíciles tramos del camino.
Las clavijas fueron instaladas por dos herreros de Torla en 1.881 a petición de un cazador inglés que quería acceder a los prados de Cotatuero para cazar. Equipadas recientemente con una sirga de seguridad instalada a lo largo de todo el recorrido, son ahora un poco menos temibles y más accesibles, pero no han perdido ni un ápice el merecido respeto de su transito con el abismo a tu espalda. Mi recuerdo es que imponen más respeto de bajada que de subida. He visto familias con niños renunciar a bajar por las clavijas y no quiero imaginar la vuelta que habrán tenido que dar por Góriz.
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