Lo característico de estas cimas es que están prácticamente juntas separadas únicamente por una fina arista que se conoce como el paso del Caballo. El vértigo que produce su travesía obliga a muchos a retirarse y a otros a pasar a horcajadas por dicha arista. Cada pierna colgando en sendos abismos que la vista no logra alcanzar. ¡Buf!
Cuando uno ha llegado a la primera cima y tus compañeros han pasado sin muchos problemas hay que sacar el valor de donde no lo hay. Entonces se impone respirar tres veces seguidas de manera relajada y prolongada, vaciando los pulmones, visualizar el recorrido y hacerlo lo mejor posible, pero hacerlo ¡por Dios! ¡Adelante!
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