viernes, 16 de septiembre de 2011

LAS FABULAS DE SAMANIEGO (IV): EL LOBO Y LA CIGÜEÑA.


Pobre cigüeña, el lobo perdonavidas la deja salva después de salvarle la vida ¡Qué prepotencia! Sin embargo, la cultura cristiana predica el haz bien y no mires a quien aunque haya personajes que no merezcan la ayuda. De desagradacidos está el mundo lleno, gente que no es capaz de reconocer los méritos ajenos. Es complicado el tema.


EL LOBO Y LA CIGÜEÑA



 Sin duda alguna que se hubiera ahogado
un Lobo con un hueso atragantado,
si a la sazón no pasa una Cigüeña.




El paciente la ve, hácela seña;
llega y, ejecutiva,
con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
pero el ingrato Lobo respondía:
-¿Tu salario? Pues ¿qué más recompensa
que el no haberte causado leve ofensa,
y dejarte vivir para que cuentes
que pusiste tu vida entre mis dientes?


Marchó por evitar una desdicha,
sin decir tus ni mus, la susodicha.
"Haz bien, dice el proverbio castellano,
y no sepas a quién". Pero es muy llano,
que no tiene razón ni por asomo:
Es menester saber a quién y cómo.
El ejemplo siguiente
nos hará esta verdad más evidente



1 comentario:

  1. Excelente fábula, muy de actualidad. Eso de hacer favores sin esperar recompensa es un mérito que corresponde a pocas personas. Como dice nuestro amigo y profesor promotor de este magnífico escaparate de fábulas, el tema planteado es muy complicado.

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