miércoles, 18 de mayo de 2011

MEMORIAS DE UN PELÓN DE TAIWAN (XI): EL SEÑOR FELIPE

EL SEÑOR FELIPE

El señor Felipe ¿quién? ¿Felipe el peluquero? ¿Felipe el de la plaza? Ciertamente tendría apellido, pero los niños no lo sabíamos. Así que lo dejamos con el Señor Felipe.

-casa del señor Felipe-
Según mis primeros recuerdos era el peluquero del pueblo. Los chicos a cualquier hora, los mayores por las tardes del sábado, se juntaban en el salón y, si el tiempo daba, también en la media plazoletilla que había delante de las escaleras de la entrada. Era yo muy pequeño entonces como para recordar lo que hablaban los mayores. De los niños recuerdo algo de los lloros de los más pequeños que, sin duda, pensando en los tirones de sesiones anteriores, no querían, ni poco ni mucho, sentarse en la silla del Filiporras.



Pasó el tiempo. Entre los niños se fue creando una leyenda. Felipe era un indiano venido de la guerra de Cuba (por la edad bien podía serlo). Tenía sus puntos de nigromante y adivino. Adivinaba el pasado, que no es poco, y más teniendo en cuenta que el arte de ocultarlo sí es problemático. Me figuro que tendría menos acierto si trataba del futuro.

Y lo hacía con una tacica de café, donde ponía la ceniza de sus cigarrillos. Ataba un real, de los grandes de entonces, 25 céntimos, con una cuerda. Ponía el real en la taza. El otro cabo lo sostenía apoyándolo en la oreja, y se ponía a escuchar las voces de los espíritus que, según se decía daba el real golpeando los bordes de la taza.

¿Quién corrió la noticia? ¿Cuántos de los mayores llegaron a creérselo? De entre los niños, tampoco sé quién promovió el asunto. Pero llegamos a criminalizarlo. Ya muy viejito, mal de la vista, tan pronto se ponía sobre la tacica ya estábamos los chicos en la ventana a verlo y a reírnos de él. Más de una vez salió a la puerta, sin bajar los escalones Y gritaba. ¿Quién os ha enviado? ¿No habrá sido el cura?


- callejón de los espíritus-

Al fin el señor maestro, D. Angel, medió en el asunto, cortando por lo sano nuestros afanes de crueldad, tan propia de los niños. Ya no volvíamos de forma habitual, aunque nos tentaba la idea de ir a molestarlo.

¿Cuando se fue al descanso eterno? Que el Señor le haya perdonado y nos perdone a los rapaces que aun andamos por la plaza y las calles de la ronda.




Manuel Piérola
Un pelón en Taiwan

1 comentario:

  1. Estas crónicas del "pelón de Taiwan" son muy interesantes, sobre todo para los "Pater de Mendaza". Los recuerdos siempre son importantes en la vida de las personas y creo que a muchos de los visitantes de este blog, encontrarán motivos de recuerdos inolvidables.
    Como de costumbre muy exquisitos los comentarios.
    Gracias por la publicación José Luis.Un saludo

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