martes, 10 de mayo de 2011

MEMORIAS DE UN PELÓN DE TAIWAN (X): EL CAMIÓN RUSO DE MURIETA

EL CAMIÓN RUSO DE MURIETA

En aquel entonces la carretera era nuestra, de los chicos. Con las corronchas la ocupábamos toda, desde la huerta de Carlitos hasta la Revuelta. Los más atrevidos llegaban hasta Peña Partida, y alguno un poco mayor, hasta Sierna Estos nombres han perdido hoy su sentido. La huerta de Carlitos ha desaparecido; a Peña Partida la llamaríamos Pieñica Partida. Aun queda algo, a los dos lados de la carretera, de lo que fue; que no era mucho más, por cierto.

Desde las primeras casas del pueblo, oíamos a los coches y camionetas cuando bajaban por la cuestecica de Ancín. Los conocíamos por el sonido de sus motores: el de los tratantes de Galbarra, la camioneta de la harinera de Ancín, la del Blasillo de Mendaza, la camioneta de El Ciega de Acedo, la de Andrés, de Pancho, y no muchos más.

Pero había uno que nos llamaba mucho la atención. Era, con mucho, el más grande de los que pasaban, y hacía mucho más ruido. Desde que lo oíamos salir de Ancìn, se paraban las corronchas y todos nos poníamos a esperarlo.  -¡El camión ruso! ¡El camión ruso! gritábamos los chavales. La verdad es que no sabíamos qué resonancias ni qué misterios tenía aquel nombre. Pero todos gritábamos: - ¡Ruso!, ¡Ruso!, ¡Ruso!

- camión 3HC -
Pero una tarde de verano, los chicos descansando de alguna cerrería al río, estábamos en la orilla de la carretera, a la entrada del pueblo, delante de casa la Urbana, y de repente se oyó el jadeo del Camión Ruso. No podía ser otro.
Varios de nosotros se pusieron a gritar: ¡El Camión Ruso!. Había allí, hablando con otros hombres de su edad, un señor, hijo del pueblo y residente en Madrid. Estaba pasando unos días de vacaciones. De repente se levantó y nos gritó: - ¡Chavales, eso no se dice!
- ¿Quién ha dicho Camión Ruso?
Nos quedamos asustados. Mira que lo decía un señor de Madrid, de seguro que él lo sabía bien.

El Camión Ruso desapareció de nuestro hablar pueblerino. Y con la palabra desapareció nuestra admiración. En realidad no se diferenciaba mucho de las camionetas de entonces. Era algo más grande. Y no llevaba los dos mamotretos del gasógeno. Posiblemente seria alguno de fabricación rusa, de los que no quedaron demasiado malparados en la guerra y pudo tener algún uso en la semipaz que le siguió. Y lo de ruso era algo vitando, nefando, Ya sabéis lo que podía significar.

Manuel Piérola
Un pelón en Taiwan

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