sábado, 18 de mayo de 2013

LA BATALLA DE MENDAZA (III): LA EXPLORACIÓN DEL VALLE

EXPLORANDO LA BERRUEZA

- Zumalacárregui a caballo en la Berrueza -
Al siguiente día vio al gran D. Tomás en el campo, en ocasión que el General salía con su escolta a recorrer las inmediaciones de Mendaza. Volvía Fago de dar un paseo a caballo con dos amigos, más bien conocidos, del batallón 1.º de lanceros. Zumalacárregui le conoció al punto, mandole acercarse y hablaron de silla a silla, poniendo los caballos al paso. Lo primero fue felicitarle con urbana frialdad, como si no quisiera dar a la expedición desmedida importancia. El capellán, alardeando de modestia, se la quitó por entero, y expresó su afán de que se le encargaran cosas de mayor dificultad.

El método de organización que vengo empleando -le dijo D. Tomás-, no me permite dar a usted el mando de una compañía. Esto sería contrario a las Ordenanzas, que aquí se cumplen lo mismo que en cualquiera de los ejércitos regulares de Europa. Si usted quiere combatir por la causa, no hay más remedio que entrar en filas. Yo le aseguro que si se porta bien, adelantará conforme a sus servicios; y si nos hace algo extraordinario, extraordinaria será también la recompensa».

No podía Fago mostrarse exigente ni soberbio, ni era aquélla la ocasión más propicia para ponerse a discutir con el General. Reconociendo que el orden de la milicia tiene, como todos los órdenes, su método de ingreso, que alterarse no puede sino en casos excepcionales, dijo: «Principio quieren las cosas, y a los principios me atengo. Seré soldado, mi General. Fácil es que no pase de ahí; mas no tengo por imposible el merecer algún adelantamiento; y mereciéndolo, no hay duda que vuecencia me lo dará».

Despidiéronse con esto, y poco después le veía recorriendo la falda de la altura riscosa que domina a Mendaza. Como los lanceros le dejaran solo, el capellán observar al General en su paseo, que al parecer no tenía otro fin que un examen y estudio del terreno. Le vio rodear la montaña, alargándose por la parte norte, en el camino que conduce al puente de Murieta sobre el Ega.
 
- Don Tomás explorando el estrecho de Arquijas en el Ega -

Detúvose un rato, hablando con los que le acompañaban; volvió grupas, y recorrió el llano que separa a Mendaza de Asarta. Fago no le perdía de vista. Fingió ocuparse en adiestrar su caballo, galopando en derredor de las eras de Nazar. Por fin, Zumalacárregui examinó la angostura que conduce de Asarta a Santa Cruz, por un escabroso sendero. Sin duda, quería reconocer la distancia a que está el Ega por aquella parte.

Y luciendo habilidades de entendido jinete, más que por presunción, por disimulo, Fago se decía: «Ya, ya conozco tu plan: no puede ser otro que el que la configuración del terreno te señala y te inspira. Estoy dentro de tu cerebro, y sé todo lo que vas a disponer mañana, pasado mañana, o cuando sea».

Al ver a D. Tomás de regreso hacia Mendaza y Piedramillera, se retiró también, rodeando, y se fue a su alojamiento. Aquella misma noche se le notificó su ingreso en filas, y dándole fusil, correaje y canana bien abastecida de cartuchos, le destinaron al 5.º de Navarra. Sin entusiasmo ni desaliento, en un estado de pasividad estoica, resignábase el capellán a ser uno de tantos resortes comunes de la máquina de guerra. Esperaba que en la primera coyuntura le señalase su destino alguna senda, o se las cerrara todas; mas no tuvo tiempo de pensar en ello, porque a la madrugada su batallón recibió orden de marchar a los Altos de Mendaza.

Cuatro batallones, tres navarros y uno guipuzcoano, iban al mando de Iturralde, el rival de Zumalacárregui en los comienzos de la guerra, y después su más sumiso Lugarteniente o General de división; hombre tosco, más notado por su temeraria bravura que por su pericia militar. Zumalacárregui le encomendaba las situaciones de empeño, los avances peligrosos, dándole órdenes estrictas respecto a posición y marchas, como freno de su impetuosidad, que unas veces precipitaba el éxito y otras lo entorpecía. Era el audaz guerrillero, cuyas dotes utilizaba el General habilidosamente, educándole en el gobierno de tropas regulares; teníale siempre sujeto con una rienda que aflojaba o requería, según los casos.            (continuará)
 
 




BP Galdós
Zumalacárregui
(Episodios Nacionales. Vol 21)


  • Tomás de Zumalacárregui y de Imaz nació en Ormáiztegui (Guipúzcoa) en 1788 y murió en Cegama en 1835. Capitán durante la guerra de independencia contra los franceses, continuó con su carrera militar al ritmo de los cambios políticos dado su partidismo declarado a favor del absolutismo. Llegó a ser Gobernador militar en el Ferrol, pero cuando murió Fernando VII fue apartado del servicio activo y recluido en Pamplona. Una vez declarada la guerra carlista se juntó con los militares sublevados en la Berrueza, en Asarta, donde pasó unos días. Eso le hizo buen conocedor del valle y de las posibilidades de la zona para posteriores enfrentamientos armados como la batalla de Mendaza. En noviembre de 1833 se le nombró en Estella jefe del ejército carlista. Se le conocía en el bando carlista como Tío Tomás y también como el "Tigre de las Amescoas".

  • Zumalacárregui ha pasado a la historia con todos los respetos como militar. Lo primero que hizo el día antes de la batalla fue reconocer el estado del terreno que ya conocía personalmente. Examina cuidadosamente las posibles escapatorias a través del monte arriba de Mendaza y por Acedo, conociendo el estado del puente que atraviesa el Ega a su rivera izquierda camino de Ancín y de Murieta. Luego hace lo propio hacia Santa Cruz a través de Arquijas y el estrecho del Ega. Un buen estratega siempre tiene que tener prevista la retirada.

- Los 3 generales carlistas que participaron en la batalla de Mendaza -
  • El ejército carlista presentaba aproximadamente unos 6000 soldados en su conjunto: 2.000 hombres al mando del general Iturralde (4 batallones de unos 500 hombres cada uno), 2.000 soldados a cargo de Zumalacárregui y otros 2.000 con unos 700 soldados a caballo a cargo del general Villareal. 
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  • El escenario de la batalla lo constituye el valle de la Berrueza, amplio para la cantidad de los soldados utilizados en el enfrentamiento y con dos entradas y escapes claramente definidos para ambos ejércitos. Los carlistas venían del oeste por la entrada de Acedo y los cristinos por el este a través de Mués y del congosto de San Gregorio.

- Vista desde Mendaza del valle de la Berrueza escenario de la batalla. Enfrente Asarta y su monte -


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