domingo, 20 de enero de 2013

JUEGOS DE NIÑOS Y DE NIÑAS DISFRUTADOS EN NUESTRA VILLA DE AOIZ.PRIMERA ENTRADA.

   En todo tiempo ha sido importante el desarrollo de las actividades de ocio de los más pequeños, manifestadas de formas muy diversas, según el transcurrir de los tiempos. La continua variedad de juegos y entretenimientos de las personas más jóvenes, han sufrido una profunda transformación, con la variación y aumento de los medios económicos de la sociedad.
   La diversión ha sido y es un complemento muy importante de la vida del hombre en las diferentes fases de su existencia, infancia, juventud, madurez, ¿ y por que no en la llamada tercera edad ?.
   Pero han cambiado muchísimo los elementos disponibles para conseguir la diversión y el desarrollo de los juegos. Hoy día disfrutando de la tercera edad y desde esta perspectiva, es preciso recordar a las generaciones más jóvenes, que la diversión se ha conseguido en cada tiempo con los elementos que se disponían en aquellas situaciones. De ahí nace el recuerdo de los juegos infantiles que praticábamos en nuestra niñez, y que son totalmente diferentes de los que en la actualidad desarrollan los más pequeños de la familia.
   Pretendemos dar un pequeño bosquejo de algunos de ellos, para que los recuerden las generaciones del futuro, siendo como son parte de nuestra historia y por tanto un bien cultural patrimonio de la sociedad a la que pertenecemos todos.
Cuadro sobre juegos de niños
de Pieter Bruegel.

   Uno de de estos juegos, uno de los más sencillos es el llamado juego del hinque. Para desarrollarlo, solamente era necesario un palo de madera, lo más dura posible y con uno de sus extremos acabado en punta afilada. Este entretenimiento se practicaba en cualquier lugar en el que hubiera una zona del suelo arcillosa y húmeda, y podían participar cuantos niños dispusieran del útil señalado. Consistía precisamente en lanzar el palo con la necesidad de clavarlo de punta en un circulo arcilloso habilitado, o sea hincarlo lo más profundo, que la fuerza del lanzador tuviera.
   El siguiente tirador tenía la misión de clavar su palo, intentando desplazar y derribar el del anterior participante y desclavarlo por completo, de esta manera adquiría la oportunidad  de eliminar al opositor. Para ello tomaba el palo caído, y con el suyo que había empleado en la acción, lo lanzaba lo más lejos posible, y mientras el propietario iba a recogerlo; el lanzador tenía que clavar su palo con éxito un número determinado de veces (cuatro o cinco), dentro del circulo de juego, pronunciando un número de frases rituales. El lanzador eliminaba del juego al contrario, si realizaba lo señalado, antes de que éste volviera y pisara el círculo de competición.
   El resto de participantes realizaba la misma operación de lanzamiento con la misma mecánica de originar la operación de clavado de su palo, con la intención del desplazamiento de uno de los que se encontraba clavado y siguiendo el mismo ritual ya explicado. Ganaba el juego el lanzador que finalmente había quedado con su palo clavado en el círculo de competición, habiéndose eliminado los restantes concursantes. En Aoiz se aplicaban estas normas sobre el juego, pero no cabe duda de que en otros lugares, tenían múltiples variables. Con una nutrida participación, la duración del juego era muy importante; la destreza del lanzador y la dureza del palo punteagudo indispensable, para obtener éxito en la competición.
   Otro de los juegos de nuestra niñez en Aoiz, es el denominado juego del gua.
Niños jugando con las canicas al gua.

   Se trata de una diversión que se practica con canicas, bolas de arcilla cocida, vidrio o metal  de tamaño pequeño. El número de jugadores no es fijo, como mínimo dos para que haya competición, lo normal cuatro o cinco participantes. Para empezar había que tener un gua, un pequeño hoyo en forma semiesférica practicado en el suelo, con una profundidad entre 3-5 centímetros. Se hacía al iniciar la competición, también se habilitaba alguno empleado anteriormente.
   Se marcaba una linea recta sobre el suelo y desde el gua, se lanzaban las canicas para aproximarlas a la linea trazada. Iniciaba el juego el que más cerca de la misma había situado la bolita. Luego lo hacía el resto de participantes. Desde el inicio de la partida, los jugadores desplazaban las canicas intentando acercarse a las de los contrarios para tocarlas, en la proximidad del gua.
   Los lanzamientos de las citadas bolas se realizaban de la forma peculiar siguiente: con el dedo meñique de la mano izquierda apoyado en el suelo, o en las proximidades del gua, con la mano derecha apoyada en la anterior, se sujetaba la canica entre la uña del pulgar y la yema del índice, impulsándola con el propio pulgar con la intención de desplazar cualquier canica de los contrarios.
   En caso de lograrlo, a esta primera acción se le denominaba "chivica", se continuaba el juego y un segundo contacto sobre la bola rival debía proporcionar un desplazamiento que permitiera meter el pie entre la canicas del rival y la suya. Esta fase del juego se denominaba "buen pie".
   Continuando con el juego, un nuevo golpeo de la bola del contrario, se llamaba "tute", y siguiendo la jugada e introducirla en el gua, en una nueva tirada, determinaba el fin del juego y la pérdida de la canica, que se debía entregar al ganador. Generalmente cada jugador hacía los lanzamientos con una canica favorita que se adaptaba bien a las características del elemento impulsor de su mano, por lo que no la entregaba  al ganador; satisfacía la deuda con otra de su bolsa llena, obtenidas por compra o por haberlas ganado en ocasiones anteriores.
   Si el jugador no completaba el juego, era otro participante que iniciaba la misma mecánica descrita. Si el jugador perdedor quería seguir jugando, entregaba la bola perdida y podía continuar con una nueva colocándola en un lugar del campo de juego.
Monedas de época. SigloXIX
Empleadas en el juego de las chapas

   La puntería del jugador, la fuerza de impulsión sobre la bola y su estrategia para introducir la bola en el gua, determinaban un aumento o disminución del volumen de la bolsa donde se guardaban las canicas.
   Cada lugar en donde se practicaba este juego tenía su reglamento correspondiente. En Aoiz se seguían las normas de juego explicadas.
   Otro nuevo juego es el de las chapas, tenía múltiples variables. En Aoiz se jugaba en varios lugares de la localidad, la elección del mismo era consecuencia del tipo de apuestas que se realizaban en el juego.
   Generalmente las apuestas de los niños eran elementos de acuerdo con su edad, lo apostado era la gran variedad de cromos que se vendían en "casa Campos"; también billetes del tren Irati expedidos en cada estación ya utilizados, sin ningún valor económico, diferentes y coleccionados por nosotros. Eran objeto de intercambio y apuesta también los denominados "emblemas", que recogían los escudos de las provincias de España. Estos eran los elementos por los que se apostaba en cualquier lugar del municipio.
   Sin embargo los jóvenes de la Villa, elegían lugares apartados, para desarrollar este juego, ya que las apuestas eran monetarias, estando prohibido hacerlo con este interés, siendo perseguidos por los municipales del Ayuntamiento y la Guardia Civil.
   El desarrollo del juego era muy simple, consistía en primer lugar la elección de su ejecutor, a continuación seguían los restantes participantes en orden previsto. Se cerraban apuestas por el importe que podía disponer dicho ejecutor. Asimismo el resto de asistentes podían apostar entre ellos.
   Las chapas, generalmente eran dos monedas de 4 a 5 centímetros de diámetro de cobre, las llamadas "perras gordas", similares a las representadas. Con tallados diferentes la cara y el revés.
 Un tipo de cromo de los utilizados en el juego
 de las chapas por los niños.

   El ejecutor tomaba las monedas una sobre la otra con las caras hacia el exterior y las lanzaba al aire, se dejaban caer y una vez en reposo si las dos monedas caían de cara, ganaba el ejecutor que las había lanzado. Si caían del revés, llamado generalmente "culo", perdía lo apostado. Si una de las chapas, lo hacía de "cara" y otra de "culo", la jugada se anulaba, y se volvía a proceder a un nuevo lanzamiento. Precisamente la maestría del lanzador consistía en volver una una de las monedas, o la suerte de los rebotes al caer al suelo era la que determinaba el obtener la jugada positiva para él.
   Si los apostantes creían haber notado alguna operación incorrecta en el lanzamiento, el "cantar" por cualquiera de ellos la expresión "variajos", anulaba la jugada.
   De niños en Aoiz, acudíamos a ver este juego practicado por jóvenes y adultos en donde se jugaba a dinero, aunque nos despachaban con amenazas, podíamos ser un reclamo para descubrirlos, estaban pendientes de vigilar que la autoridad no los sorprendiera, les quitara el dinero que apostaban, los multara y perdieran  las preciadas chapas.
   En una próxima comunicación presentaremos otra serie de juegos de niños y niñas disfrutados en nuestro querida Villa de Aoiz.
  

  
   

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