lunes, 22 de junio de 2015

PARA CALVARIO EL DE VAN DER WEYDEN. SI PODÉIS, NO DEJÉIS DE IR A VERLO.

- El Calvario y la sierra de Lóquiz al fondo-
El Calvario era, y sigue siendo, un lugar con entidad propia en Mendaza. Una ermita, un sitio para "peregrinar" (viajar entre campos), la meta final de un corto paseo para ir y volver. Más allá, camino de Acedo, el paisaje se hace salvaje y encierra los peligros del Barranco, donde habitan sapos encantados, culebras venenosas y una rara variedad de jabalís carnívoros y chupa-sangres que han hecho desaparecer a más de un mocete. Y es que cada pueblo tiene su particular "sacamantecas".


- El Calvario oculto entre chaparros -
El camino del Calvario no hace honor a su nombre salvo que lo intentes recorrer en plan penitente, a pie desnudo y con una cruz a cuestas. Por contra, el dulce paseo desde el pueblo nos regala con un desfile de enormes encinos centenarios. Muchos sufrieron irreversibles amputaciones en tiempos de explotación de la cantera, pero siguen en pie. Mi encino favorito es uno que, horadado en su interior, está en el borde de lo que fue una era de trabajo. Era delicioso encaramarse por su hueco hasta el primer piso de ramas y contemplar desde allí, a la sombra, el duro trabajo de la trilla. Mejor que un palco tribuna VIP en el Camp Nou.

Sin duda, el momento cumbre del Calvario durante el año es el de la procesión de la cofradía de la Vera Cruz en la que los caballeros de la Orden llevan la cruz y la peana con la Virgen de la Dolorosa a la ermita desde la iglesia del pueblo. Dicen que la cruz es portadora de una astilla, de una astilla mayor, del mismo Lignum Crucis de Santo Toribio de Liébana.



- Rogier van der Weyden -
Pero, para Calvario el de Rogier van der Weyden y su exposición en el Museo del Prado. Con motivo de la compleja restauración y recuperación de esta obra maestra del renacimiento (El Calvario) (ensamblaje de los 14 paneles de roble en que se pintó la obra de  unos 3 x 2 m y 200 kg de peso) se han exhibido en el Museo del Padro, desde finales de marzo hasta el 28 de junio, más de una veintena de obras atribuibles a Rogier van der Weyden. Digo atribuibles porque el maestro no acostumbraba a firmar los cuadros.

La exposición única e irrepetible, para todos aquellos que nos la hemos perdido la podemos recuperar desde estas líneas, de manera virtual, y aproximarnos a los textos, blogs y documentos significativos:



Merece la pena perderse en la exposición, es pura magia de las formas, colores y composición. La armonía hecha belleza. Me atrevo a apostar que de lo mejor que se ha podido ver en arte en la Villa y Corte en los últimos 50 años.

Traigo cinco cuadros de la exposición para hacernos idea del nivel de la misma.

- El Calvario -

- El descendimiento -

- El tríptico de Miraflores -

- El tríptico de los 7 sacramentos -

- La Virgen de Durán -



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